Ando pensando en palabras que atrapen este cuadro. Por ahora ninguna perdura ante la mirada de esa niña casi sin vida. Es como si la muerte dejara entrar la luz y la vida nada quisiera ya. Contradicciones. Patas anoréxicas en mesas altivas. En esta habitación el gato y el jarrón optan por lo estático. Se posan como sombras. Exaspera ese grito que nadie da o que no podemos escuchar. Siento ganas de que se muevan. De escuchar quizás un desperezar o un movimiento que indique si todo quedó o sólo está comenzando.
Hay cuadros donde dos piernas pueden representar por su postura, el cielo y el infierno, suponiendo que exista. Entrar en estas pinturas se debe parecer bastante a viajar en la máquina del tiempo.
Se sabe que entramos, no sabemos adónde vamos y si volveremos alguna vez. Lo que parece inevitable es que una vez visitadas estas desconcertantes cortinas, la vida que nos late, se ha transformado en otra cosa.
Comentarios
Sin embargo, en su quietud se intuye como una tormenta de pasiones encontradas. Quizás la niña y la mujer sean símbolos, arquetipos. O quizás encierren sentimientos feroces: se aman o se odian sin razón alguna. No hay tiempo en ese cuadro. Está detenido, en cualquier época, en cualquier instante justo antes de despertar.
Gracias, Madame, por regalarnos el cuadro, y por ayudarnos a verlo de otra forma...
Antonio Sánchez
Yo iría más allá. La mujer existe. La niña no. La vemos pero en realidad no está. Y es posible que la protagonista principal del cuadro sea La Luz. La forma en que la luz tiende a la mujer o arrincona al gato en la "no luz".
Gracias a tí por contemplarlo.