Multitud de Reinos


Soy la hormiga Serafina y siempre voy en bicicleta. En verano amarro un trozo de madera con forma de plato y en ella voy llevando todo lo que encuentro al hormiguero. Para mi cumpleaños me han regalado un casco que pone mi nombre en letras brillantes, y ahora, cuando me dan los focos de las farolas, parece que soy una bombilla. Lo que más me gusta del mundo es pasear sin hacer nada, pero como nací hormiga, dice mi madre que no debo holgazanear. Que ninguna hormiga tiene vacaciones.

Y cabreada como estoy con tanto trabajo me he apuntado a una lista de bichos que quieren ser otras cosas. Es un médico muy famoso el que te transforma en lo que quieras. Mi familia no lo sabe y no puede enterarse nadie. He pensado mucho en qué quiero convertirme para trabajar menos y disfrutar más. Pero no quiero ser algo grande que no pueda montar en bicicleta… ni tampoco algún bicho que pueda atacar a mi familia y comer hormigas. Es difícil dejar de ser para ser otra cosa, porque yo no conozco como es la vida del pobre gusano. Sólo sé que se arrastra mucho y que debe dolerle la barriga. Y por ejemplo, una rana, que todos andan besando para conseguir un novio… eso no es vida…

Tengo varios meses para pensar en lo que quiero ser a partir de ahora. Quizás no sea tan fácil como pensé en un principio. Y como no puedo hablarlo con nadie… Si mi madre supiera que un día recibirá una carta diciendo que ya no existo, que me fui lejos… se moriría de la pena. Y para mí debe ser duro pasar por mi hormiguero, reconocer a mis hermanos y no poder decirles nada. ¡¡¡UFFFF!!!

Serafina… - me digo en el espejo – ¿lo has pensado bien?

De todo esto me enteré por mi amigo el saltamontes que antes era cucaracha. Se cansó de pisotones y decidió cambiar de vida. Él dice que está mejor, que come, vuela… casi igual que antes… pero que la gente no lo acosa ni le ponen tantos venenos. Que además le gusta más su color verde de ahora y que disfruta mucho dando saltos. Él me animó a esta experiencia.

Pero la vida es sorprendente. Ya lo verán.

Hoy recibí una carta que me dice que el Doctor se cansó de operaciones, que se aplicó a sí mismo el tratamiento que inventó. Ha elegido para ser, una serpiente de agua. Todos lo vieron salir de la máquina que transforma, lustroso y sonriente. No pudo despedirse en el idioma de antes… pero con su cabeza empinada y un movimiento suave, todos entendieron que decía “Hasta luego, me voy a buscar mi agua”

Su secretaria llora sin consuelo. Fui a verla para ver si se podía hacer algo. Dice que el doctor rompió la máquina al salir… y que la siguiente era ella, que se había enamorado de una bonita lagartija… y claro, quería unirse a su reino.

Soy la hormiga Serafina y siempre iré en bicicleta.
Pero nunca seré la misma que antes de este episodio.

Comentarios

Antonio J. Sánchez ha dicho que…
Este blog es una caja de sorpresas. Junto a textos que parecen escritos por Juan Ramón o por Cortázar se cuela de pronto una hormiga en bici: ¡una hormiga en bici! Una muestra de que la buena literatura puede convivir con los guinos alegres y divertidos.

Una vez más, gracias, Madame.
Alecus ha dicho que…
Me encanta como escribes Madame.
El cuento es muy propio para niños, pero lo disfruté mucho, es muy visual y tiene una hermosa sorpresa al final. Siempre me han intrigado las máquinas del tiempo y las máquinas transportadoras como esa de la pelícua "La Mosca".
Pero sin tantas complicaciones, la pusiste allí sin más en el remate de tu cuento, bravo.

Gracias por trasladarme, aunque sea unos breves segundos, a otro mundo.
Adriana ha dicho que…
Tan dulce este relato, tiene magia. Y las ilutraciones me gustan mucho, mucho, siempre me sorprenden.
saludines
Adria.-