MUÉR(DE)TE


Me siento telaraña. Acopio de hilos invisibles que al agruparse parecen manto. Creo incluso que los demás me ven así. Detrás de la viscosidad. No deja de ser irónico que haya días de total nitidez. Que parezco otra cosa. Un ser espejo. Un objeto casi. Donde los demás se miran. Y se ven. En los días que los hilos no son perceptibles he dudado de mi respiración. Como si mi única misión hubiera sido dar vida a la vida (de los otros) Devolverles una imagen apropiada para que se gusten a sí mismos. En esos días, de tanto dar, me quedo hueca. El reflejo no es gratuito y el deterioro me llega pasando por la frontera de los bichos. A pesar de todo sólo tengo dos miembros inferiores. Y sonrío imaginando las posibilidades de ocho. Intuyo que algún día saldrán las antenas. Percepción estática y cazar la presa. Aunque eso llegará con el tiempo.

Soy telaraña. Detrás de la gasa ando. Voy y vengo con los ojos de derecha a izquierda. Miro al frente para ver cómo ven, viéndolos. Y detecto el rictus. Nadie quiere tocarme. Esos días no. Me convierto en pegajosa. Algo tenue que se rompe y deshilacha, que te puede atrapar por cualquier parte. Es como abrazar. Eso hago. Abrazo con un hilo invisible que de tanto ser, se hace visible. Opaco el pensamiento esos días. De telaraña todo. Hasta la luz telaraña. Yo misma, detrás, sucumbo. Ya voy siendo aquello que odio. Adherente a la piel o la ropa. Me incrusto en el pensamiento humano.

Espero la lluvia. Siempre la lluvia. Lo deshace casi todo. O lo encharca. Ninguna telaraña sobrevive al aguacero sin convertirse en plata. Hilos de plata llenos de objetivos por los que contemplar lo de más allá transfigurado. Así sí. Ahí de nuevo los reflejos. Y me usan para verse. O me traspasan para ver un horizonte distinto. Las gotas amplifican la vida. Y siendo “cosa” me voy sintiendo extraña. Como si algo latiera entre la tela y la lluvia.

Mañana seré yo. El universo entero girándome. Las gentes. Los lugares. El otro planeta de otra constelación. Seré lo que no puede ser. Comprenderé cómo sienten los objetos. Cómo los bichos se hartan de serlo. Sabré porqué hay días en que mi reflejo huye y se entretiene en volver.

Mañana. Eso sólo mañana. Hoy me siento telaraña. Alérgica a todo lo parido con dolor.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me ha encantado la entrada...te cojo prestada una foto.
Saludos y plateados días