MOCOS, S.A.



Vi tu cara blanca
antes de comprender
que hay termómetros
flagrantes

uno en mi coche
otro
en el tótem de la acera

dos medidas de tiempo
dos temperaturas
y luego la de tu rostro
que marcaba cero grados

me vendías el hielo
con forma de paquete
a tan bajo precio
como las ofertas de conciencia

más allá de tu espalda
escuché
estómagos sin caminos
y soledades como dientes

no quise el género
para no robarte peripecias
en tu fluir hacia el desayuno
y me pediste la palabra
a cambio de mi reembolso

“¿Podría usted hablar conmigo un día?”

comprendí tu Hambre de voz
en el reflejo de mi angustia
y me dio pánico ese instante
porque la lucidez se me queda a vivir
demasiado a menudo

tuve familia en las afueras
gente morena en países blancos
o verdes
inmigrantes con retorno
y genes que pretendo no olvidar

Dije “Sí, otro día…”

detrás
vino el blanco de tu boca
para apaciguarme
como si yo fuese negra india o transparente

somos provechosos
que instalamos nuestras casas
en parapetos que creemos universo
y nos dedicamos al olvido
con el mismo afán
con que restamos la ternura
a todo lo que nos compra

Eres negro, sí.
Pero no menos que mi sangre
ni la rabia
o mi solicitud de voces a otros seres
en días donde el hielo
también a mí
se me aloja en las manos

Hablar hasta el contagio
que la ternura erupcione
llenándonos la lengua
con pequeños trozos para dar

Parecemos floreros

Debajo
el agua comienza
su
d
e
s
c
o
m
p
o
s
i
c
i
ó
n

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