Expectativas


La Grapadora se sintió culpable. El Folio herido. Unas Palabras recién impresas lo habían visto todo. Pero eran jóvenes y sus juicios eran ignorados. Lo que no esperaban, de ninguna manera, es que tanta delicadeza para construir un cuento pudiera ir unida en el mismo individuo, con la atrocidad de taladrarlo todo.

Porque don Severino Parterre no se sentía satisfecho hasta que con su Taladro de “a uno” iba perforando sus historias. Llenaba la barriga del instrumento, la abría en canal y en una bolsa de congelador depositaba los círculos perfectos que aquella máquina hacía con sutil indiferencia. Calculó que allí cabían al menos cien folios despedazados. Comenzó con la Tijera pero no se sentía cómodo con aquellos trozos sin unidad alguna. Con las circunferencias era todo diferente: podía respirar sabiendo que cada trozo de cuento era “redondo”; como debían ser los cuentos. La Tijera fue regalada a la vecina y es feliz en el cajón de los cuchillos.

La culpa de la Grapadora nació el día que se quedó sin grapas. Ese día, al darse cuenta don Severino de que los folios se podían traspapelar, le vino a la cabeza aquella idea de descomponer sus cuentos en pequeñas moléculas de papel. Y ahora, doña Grapadora estaba mohosa y deprimida. Nunca más su matriz pudo albergar aquellos alambres que le hacían cosquillas. Sin embargo, la señora Taladradora se sentía plena y realizada.

Aquella mañana don Severino escribió un cuento de cinco folios. Los agujereó hasta que no quedó nada, lo basculó en la bolsa desde la barriga de su amiga y cuando quiso darse cuenta estaba contemplando su obra a través del plástico. Calculó que le quedaban diez o doce cuentos más para llenar la bolsa. Una vez colmada, la enviaría a una editorial para que publicara lo que todo el mundo conoce como “Obras completas de Fulanito de Tal”

Lo que no sabía el Sr. Parterre es que las Letras de aquellos cachitos estaban organizando una huelga general. Sabían que unidas tenían fuerza. Formarían la palabra “Tijera” y cortarían su cárcel. Luego harían pancartas durante la noche y uniendo todas sus fuerzas conseguirían que la grapadora se uniera a sus filas. Por muy jóvenes que fueran, sabían perfectamente del poder de la Palabra.

Hubo bajas entre las compañeras de tinta. En algunos momentos, Don Severino no atinaba y dejaba a las letras mitad dentro, mitad fuera de los círculos perfectos. Como consecuencia, muchas Letras murieron de nostalgia porque nunca encontraron a su otra mitad.

Doña Grapadora se sintió viva por fin. Pancarta entre los dientes, salió al frente de la huelga. En el momento que don Severino se levantó y abrió la ventana para recibir al nuevo día, una ráfaga de aire le lleno los pulmones y vació por completo el sueño de verse recogido en un solo volumen.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
buen texto, me ha impactado..
saludos
Baladas mp3 ha dicho que…
Estimada Madame:
Què màs agregar sobre su talento para escribir.Sòlo pasar por aquì para dejarle el mayor deseo de que en èstas fechas de reflexiòn para millones de almas en el mundo,su corazòn sea irradiado de amor, màs allà de las creencias y las religiones.
Buena Semana Santa para usted y sus seres queridos.
Beto
Anónimo ha dicho que…
Carmen,hace tiempo que no venìa por tu blog y me sorprende un poco tu ausencia.Espero que hayas descansado para semana santa y vuelvas "nueva", con todas las fuerzas para regalarnos tu don de escribir cosas tan lindas.
Leunam.
Sara Castelar Lorca ha dicho que…
Carmen, dónde te metes niña?, no estoy acostumbrada a estas ausencias en este lugar :(. Te mando un abrazo y espero verte prontito.

Sara