Seré el interior de tus vocales


Algo tan simple como el hueco que el espejo no completa. Ese trozo al que nunca llegará la comida en la cuchara. O aquél agujerito por donde salen los hilos de un jersey. Todos son abismos a los que no damos importancia.

Pero yo, que hoy los veo, quisiera hacer una lista de orificios o franjas por donde pasearme sin que haya propósito claro. De hecho, esos lugares sólo existen momentáneamente para la vida cotidiana y allí quiero colarme. Estar como por despecho utilizando aquello que es inadvertido por lo mínimo de su apariencia.

Algo tan desnudo como saltar hacia dentro en el salero; y salir… y entrar…, hasta que cada perforación sepa de mi simpatía por lo no perfecto. Algo tan sincero como pararme a pensar en el aire que baila entre las aberturas de una hoja rondada por gusanos.

Quiero hoy, contarle un cuento al calcetín del pordiosero y luego a su estómago: ambos completos de esos vacíos que de no color, que de sin voz, que de sin brillo o reflejos, nunca existen ni para el ojo ni para las fracciones.

¡Ay…! algo tan sencillo que de sospecha…

Por ejemplo decir: “Mañana dedicaré el día a recitar rendijas”

O preguntar por la calle: “¿Podré estar algún día un ratito en tu boca?” Después de mucho investigar, de lo que más encontré en las bocas, fue eso; brechas, aire, filtraciones para el mundo, o tamices.

Existen, yo sé que existen resquicios que mueren solos. Desde hoy no podré mirar el grueso de la materia, lo visible o el adorno. Mañana me querré mucho más desde mi contorno hacia afuera que al revés. Porque lo que no se ve, cuando aparece, es tan Gr()And()Eeeeeee


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